miércoles, 28 de julio de 2010

Cronomotor.



Cárnico, esotérico. Para superar una traumática infancia de niño gordo, Jesús se dedicó con pasión a la halterofilia y a la gimnasia sueca. Que él, autodidácta nato, interpretó pobremente como la práctica de cualquier disciplina gimnástica, pero usando los madéricos calzados.
De muñecas enclénques, sufrió la impactamentación de una mancuerna en la coraza hemisupracraneal (o marulo), en una competencia callejera de levantamiento de pesas, en Aurinkolahti, populosa barriada de Helsinki.
"Hän menetti niska.", diagnosticó el galeno finés que lo atendió.

martes, 20 de abril de 2010

Kurt



Noventa tipos trajeados frente al Colegio de Abogados de Buenos Aires.
Llenan la ancha vereda de la Avenida Corrientes, copan la esquina. Atravieso la marabunta gris, y mis prejuicios me hacen adivinar detrás de las sonrisas y las muecas, el folclor canallesco de esta fauna: el tongo, el arreglo, la rosca.
Una pareja de doctores en leyes se despega y se me adelanta. Son jóvenes, y me los imagino mucho más deleznables que las caricaturas que acabo de recrear: ambiciosos, fríos, cínicos, sin alma. Sin siquiera los yeites, al fín de cuentas, entrañables del típico cuervo criollo.
Escucho fragmentos de su diálogo: "...y llevan el pin del Colegio de abogados, como si fuera la corte romana, y fueran una especie de Cicerón. Creen que los abogados son aún algo importante, y no un pedazo de mierda de este engranage espantoso."- Le decía uno a otro.
Coincidimos en una librería, adentro había dos óleos de López Claro.

martes, 16 de marzo de 2010

Compra




Se sube a una máquina y agarra unas palanquitas. La máquina se sacude un poco, se incorpora y a los saltitos lo lleva a pasear.
Agarra para el lado del parque Centenario, donde esta el museo de los dinosaurios. Se mete en la feria de libros usados. Es domingo y oscurece, pero el puesto 5 todavía esta abierto.
- Hola! Cómo va? - le pregunta al librero, un norteño sesentón de aspecto culto y barba desprolija.
- Y... tirando.
- Tiene algo de Bradbury o Lem?
- De Lem nada. Tiene sus fans y esos no largan los libros. De Bradbury tengo la primera edición de "Crónicas Marcianas". Con prólogo de Borges. Cinco pesos.
- ...
- Pero si te lo llevas ahora te lo dejo en tres pesito, un regalo. En internet lo venden en 100 dolares.
- Mmmh... De Lem nada, entonces?
- No, yo no. En el puesto 11, por ahí... Pero ya se fué. Te averiguo.
- NO, deje.
- ...
- Sabe que? Yo no leo mucho. Pero siempre vengo acá porque lo amo. Siempre lo veo limpiando los libros, acomodándolos. Y siento como si lo conociera de toda la vida. No se ofenda, pero me gustaría abrasarlo y besarlo. Y vivir juntos para siempre.
- ...
- Mire, yo no tengo mucho. Tengo esta máquina que me lleva de acá para allá. Si Ud. quiere nos podemos ir lejos. Juntos. Recorrer el mundo. Buscar nuestro lugar. Un lugar donde vivir nuestro amor. Donde no haya libros. Donde no tengamos que tener estos objetos horribles, sucios. Llenos de palabras que escribieron personas que murieron hace años. Divagues ajenos, historias pueriles, mezquinas.
Irnos lejos del papel. De estos artefactos mentirosos, cadavéricos.
Esta máquina tiene una tele. Podemos ver la tele a la tarde, juntos. Eh? que dice?.
- Mira pibe... Menos de tres pesos no te lo puedo dejar.
- ...
- ...
- Ok. Dele. Cinco y me llevo este "Facundo".
- Meta. Tomá.
- Gracias, eh. Nos vemos.
La máquina que estaba carburando se estremeció y salió corcoveando para el lado del lago. La detuvo en la orilla. EL parque estaba a oscuras y los guardias arriaban a los rezagados hasta los portones.
Sacó los libros de la bolsa. Aparto "Crónicas marcianas", y se quedó mirando la portada del "Facundo". Al pie del papel ajado se lée: "Santiago. Imprenta del Progrso. 1845."
Mientras deja que los libros se deslicen de sus dedos al agua, mira en dirección al puesto 5 ya a oscuras:

"Il y a dans la ville un jardin tranquille
J'y passe souvent dans la journe
Tu as pris mon alle puis tu t'es en all
Et depuis je t'attends tous les jours
Mon amour, mon impossible amour. "

domingo, 14 de marzo de 2010

Sit on top



Recostada sobre el cesped verdeoscuro la casita brillaba por el sol arrachado de tan temprana hora.
Las estrellas y las barras flameaban a escasos centímetros del piso.
Antes que llamara a la puerta la mujer abrio. Era cincuentona, pero tenía un pinta enérgica y saludable. Hacía horas que me esperaba, así que apenas tuve una tasa de café entre mis manos empecé mi cuento.

- Hace unos tres años que trabajo en Irak, para un contratista que se encarga de la limpieza de zonas calientes. El ejercito prefiere que lo haga otro. Es un trabajo peligroso, como todos allí, pero no me quejo. Lo que hacemos es ir a lugares donde hubo enfrentamientos y recoger los "restos", por asi decirlo. Básicamente entramos a una calle, por ejemplo, y con un pinche y una bolsa juntamos las partes orgánicas que hubiera.

La mujer hizo un ruido, como un hipo profundo. La miré y note que con una mano en la boca, ahogaba el llanto desde hacía rato. Me hizo un gesto como para que siguiera.

- Bueno, somos varios en mi equipo y nos distribuimos áreas. En una casa como esta por ejemplo, yo podría encargarme del piso de abajo y otros irían a las habitaciones superiores. Déjeme decirle que hay mucha competencia en esto. O sea que cada uno dá lo mejor, y trata de embolsar la mayor cantidad posible.
A veces una zona aún no es segura, pero la tropa debe pasar por alli, y los altos mandos no quieren que vean lo que le hace un 762 a la cabeza de alguien, o un RPG a un escuadrón entero, entonces nos mandan. Y debemos trabajar contrarreloj, no podemos ser muy sutiles. Nos abocamos a los pedazos grandes que solo esten en el suelo, nada de limpiar techos y paredes.
A veces es muy distinto y tenemos todo el tiempo y el área es enorme.
Como aquella vez al norte de Ar Ruthba, cerca de la frontera con Siria.

La mujer volvió a hipar profundamente, y su respiración se hizo mas sonora.

- En esa ocasión la cosa era distinta. Teníamos un gran área desértica y los restos de un enfrentamiento disperso. Es decir que debíamos caminar mucho por una magra cosecha.
Yo no tuve una jornada particularmente afortunada, aunque seguí algunos perros cimarrones que son de gran ayuda a veces.

En ese momento me detuve y le alcancé mi tasa vacía al mujer, que sin dejar de sollozar, fue hasta la cocina y la trajo llena de café humeante.

- Gracias. Le digo que volvía al camión cuando vi una zona donde había piedras y cascotes. Y sobre el polvo finísimo encontré la cara de su hijo.
Tenía un gesto plácido y estaba completamente limpia, como si alguien la hubiera colocado ahí con sumo cuidado. Solo la cara. Nada más.
Se notaba que era un pibe buenmozo - dije mientras miraba a la mujer que empezó a llorar con más fuerza. -Tenía un gesto decidido, y un mentón que denotaba carácter.

La mujer se cayó del sofá, y se quedó en cuatro patas, mientras lloraba a los alaridos, algo arqueada mirando el piso. Traté de animarla.

- Aunque no esta claro que paso, Ud. sabe? Cosas de la balística. Es evidente que su hijo actuó valerosamente. De haber sido de otra manera hubieramos encontrado su culo, que a veces pasa. Alguien se tira de cabeza a un hoyo, le queda el culo afuera y una esquirla se lo lleva volando. Pero su hijo puso cara al peligro, por asi decirlo.

La mujer se había quedado en posición fetal y solo daba unos quejidos roncos y largos, mientras su torso se agitaba espasmódicamente.
Me quedé en silencio unos minutos. Luego miré mi reloj, haciendo el gesto de "Uh, mirá la hora que es!" y me incorporé.
Cuando iba hacia la puerta vi sobre un mueble una foto de la mujer bastante más joven con un bebé en brazos. Y otra de un niño vestido de gala. Supuse que era su hijo. Pero en esta foto no era ni buenmozo, ni parecía inteligente y con carácter como la cara que encontré en el desierto de Al Anbar, cerca de Siria.
Que se yo, cosas de la balística.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Cucuzo.



Cabe en una oreja.
Cabe en un ojal.
Chancla en el patio,
chirle en la chacra,
lo agarraría con mis muelas,
lo rompería en mil.

Pero se queda ahi,
mirando el losue,
dando pena, dando olor.
Cuando lo compre tenía otro look.
Yo, no él. El siempre fue una cosa,
que daba pena, que daba olor.

lunes, 22 de febrero de 2010

Narco, de los Andes a los Alpes.


Plomizo, craquelado. De humor morboso y vejiga plácida, Narco deambuló por años en las cargadas yungas de Perú. Allí florecen, sobre gruesos tallos, los floripones botuminosos del saguapo. Ese arbusto achaparrado, que prensado entre las nalgas de diestras doncellas, destila un jugo ambarino y resinoso, de potentes efectos afrodisíacos, conocido como guazquete.
Narco bien vivió del comercio furtivo del guazquete hasta bien entrado el 2010. Veía aplacarse las tormentas de los levantamientos armados en las chacras del norte, cuando la DEA casi le hecha el guante en Cochabamba y tuvo que exilarse en Buenos Aires.
Malgastando su fortuna en coimas y muebles de diseño termino posando sus ilegales nalgas en el barrio de Palermo, donde regenta un ciber.