lunes, 11 de mayo de 2009

Dirty dancing.



Un cefaloartropodo villero se había adueñado del centro, desplazandonos a la última orbita de la pista de baile. Allí girábamos sin mucho control, haciendo peligrar las botellas en las mesas circundantes. Al final se cansó y se fue a sentar cerca de los baños.
Más tarde cuando fue a cambiarle el agua a las aceitunas, lo vi dormido.
Alguien le había arrancado una de las pinzas.