martes, 3 de marzo de 2009

Lola. Masajista nasal.



El lugar no es mas grande que un baño (tomando de referencia un baño estándar, no esos enormes en los que uno tiene que caminar desde, digamos, el lavabo al inodoro. Pero tampoco esos minúsculos en los que uno puede acceder a todos los artefactos sanitarios sin moverse de una baldosa). Sobre una mesita un candil titila, y su luz estira y deforma la silueta de Lola, proyectandola sobre el papel tapiz con motivos búlgaros. Ella suspira quedamente y, mientras hace que mira (ya que no tiene ojos) hacia afuera, me dice, -Pasa pibe. Dejalas ahi nomás. Cuánto es?. Le contesto y acomodo la media docena de empanadas en la mesita con el candil. Me paga y me despide. Antes de cerrar la puerta alcanzo a escuchar que me grita: Y la coca??
Pero ya es tarde.